miércoles, 8 de diciembre de 2010


         Y después de un largo tiempo, volví a situarme en aquella estación de tren. Recuerdos y recuerdos venían a mi  mente. La primera vez que le vi allí, las primeras hojas de otoño comenzaban a caer mientras el sol aún brillaba en lo alto.
         Decidí avanzar por las escaleras que llevaban a aquel andén, dejando reposar mi brazo sobre el frío metal. Y me sentía llena de vida, feliz. Un lugar  tan puro de sentimiento... Nadie me arrebataría jamás ese lugar, mi lugar.
         Habían renovado el cartel que anunciaba el próximo tren, pero aún seguía allí el reloj antiguo estilo victoriano que tanto me gustaba.
         Me senté sin planteármelo dos veces y, a medida que avanzaba la noche, noté cómo alguien dejaba reposar una funda de guitarra negra, a la vez que se sentaba y sacaba un cigarrillo con olor a cereza. Sonreí.

- Buenas noches. ¿Quiere usted un cigarro?
- No gracias, no fumo.
- Eso mismo dijiste la primera vez que nos vimos.

Sonreí. Sonreímos.

- Te veo feliz.
- Este sitio siempre saca lo mejor de mí.
- Será por eso que solo quiero que me veas aquí.
- Pequeño gato negro de ojos verdes... Siempre fuiste el mayor desconocido.
- Pero siempre seré el que mejor te conozca.
- Una lástima que nuestra historia de amor no funcionara. Formaríamos un gran equipo.
- Tú eras la que no quería que funcionase ¿Recuerdas el día en aquella azotea?
- Sí, desapareciste cuando aparecieron los primeros rayos de sol.
- Pero te dejé café recién echo encima de la mesa.
- Un gran detalle por tu parte.
- Cuéntame, ¿qué fue de ti? ¿Qué pasó con tus "amigos"? ¿Con Dai y con Yami? ¿Con aquel chico con el que salías que no hacía más que levantarte quebraderos de cabeza?
- Casi todo se quedó atrás.
- ¿Casi? Será que tenías razón al darle más importancia a los verdaderos amigos. Entonces, ¿Dai y Yami siguen bien?
- Yami ahora prefire que le llamen por su nombre, pero yo sigo llamándole Cynth, como antes, como al principio. Dai ha vuelto a llamarse Lucía, y ya no supe nada más de ella.
- Será que Dai siempre fue Dai y no tuvo otro nombre.
- Yo siempre fui Sina.
- Sina Yume.
- Incluso para un gato callejero como tú.
- Y en tu corazón, ¿a quién guardas ahora?
- Mi corazón sigue tan idiota como siempre. Quiere a uno, pero se ata a otro. Tú sabes. ¿Y qué hay de ti?
- Nada nuevo. Nos ofrecieron un contrato discográfico. Y bueno, ya sabes el resto de la historia.
- Volviste a salir huyendo en busca de un nuevo grupo que no busque la fama.
- No lo llames así, suena mejor "apartarse del camino"
- Claro, mucho mejor.

Reímos.

- Es como si nos hubieramos vuelto a conocer, después de tanto tiempo.
- Es mejor que eso. Es simplemente una nueva etapa... y ¿sabes qué? Aún tengo las llaves de la azotea. ¿No te parece un buen lugar en el que empezar de cero?

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