Sentada permanece en el baño a la luz del enfermizo neón
Su cuerpo desnudo tirita del frío que le recorre las entrañas.
De todos y de nadie. Sus ojos ya no brillan, se tiñeron de oscuro color.
En su pálido rostro, las lágrimas gritan a pleno pulmón.
Su espejo solo le muestra el reflejo de una extraña.
Oídos sordos a la reina, ahora es ella la que quiere cortar cabezas.
Quiere salir a la calle y enseñar al mundo su cuerpo.
Quiere venderse y sentir cada noche un calor nuevo.
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