sábado, 8 de enero de 2011

Y recaí.
Y volví a sentir que cualquier inodoro podría ser mi mejor amigo.
Y lloro.
Porque al menos te sentí cerca de mí otra vez.
Aunque en ese momento me odiaras.
Al menos significaba algo para tí.
Racaí en tí.
¿No ves que tú eres la única culpable de estas lágrimas?
Mi cuerpo sigue frío desde que te fuiste.
Y a veces se pregunta si será capaz de volver a amar.
Porque fue en aquel entonces cuando me abandonaste.
Mientras temblaba en el suelo,
mi cuerpo como el hielo y tan pálida como la nieve.

A mi ser amado he de decir adiós.
Hoy, mañana, quizá ya lo hice y no me di cuenta.
No eran palabras lo que andaba buscando,
tan solo sus ojos, aquellos que podían hablarme durante toda la noche.
Y será que realmente me lo merezca.

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